Lucía:
Me gustaría hablarte un ratito. Estoy segura de que estás leyendo esto en algún lado, en algún lado
donde no hay dolor.
Me gustaría preguntarte un par de cosas. Quizá, no tan
amarillentas como quiere la prensa que vende: -¿Hasta dónde te llego el palo?¿Fueron dos, tres o diez los que te violaron? ¿Te filmaron? ¿Te
ofrecieron de sacrificio para alguna religión?-.
No me interesa.
Tampoco tan estigmatizantes
como quienes directa o indirectamente te quieren dar algún grado de responsabilidad:
¿Qué hacías ahí? ¿Te drogaron o te drogaste sola? ¿Tomabas merca además de fumar marihuana? ¿Andabas con narcotraficantes? ¿Le mentiste a tus padres?-.
¿Qué hacías ahí? ¿Te drogaron o te drogaste sola? ¿Tomabas merca además de fumar marihuana? ¿Andabas con narcotraficantes? ¿Le mentiste a tus padres?-.
Tampoco.
Tampoco preguntarte si fuiste feliz porque no te conocía.
Si me gustaría preguntarte que te parece que tenemos que hacer.
Necesitaría que respires una
bocanada de aire, o que te me aparezcas en sueños solo para preguntarte que mierda tenemos que hacer.
Entiendo también, que quizá tu bocanada de aire vos la usarías
para otra cosa, quizá para besar, quizá para reírte a carcajadas, quizá para
cantar una canción, quizá para una seca de un faso…cualquiera de esas bocanadas
de aire que puedo darme el lujo yo ahora. El lujo, ja. Derecho. El Derecho, no lujo. Estxs
guachxs, Lucía, me quieren hacer confundir con que mis derechos son lujos.
Está tan internalizado nuestro machismo, que quisiera darte aire para contestarme. ¿Ves? Eso es machismo. Ese es mi machismo.
Ojala vueles bella, ojala estés cantando por ahí y haciendo
lo que se te antoje…
Si por ahí en este vuelo podés tirar un centro, acá voy a
estar tratando de escuchar. Porque no quiero que le pase a otra piba ¿Me entendés?
No quiero que me pase a mí, ni a otra piba. Sé que vos tampoco.
No solo no quiero que nos empalen, tampoco quiero que nos
quemen, ni que nos encierren, ni que nos caguen a trompadas, tampoco quiero que
nos retengan en una casa porque no tenemos a donde ir, ni que nos regalen cosas
lindas después de un moretón.
No quiero Lucia. Por favor, si podés y querés, decime: ¿Qué
hacemos? ¿Qué hacemos para no quedarnos
con la hipocresía de la indignación?
No sé porque este pegó mas que otros femicidios. Quizá estemos, en cierto modo, acostumbrándonos a las mujeres prendidas fuego, quizá estemos naturalizando las acuchilladas.
No quiero, Lucía, terminar naturalizando las empaladas.
Tirá un centro, acá estoy. Acá estamos.