De lo que no se dice.

Azul escribe en su diario:

"Cuando estoy en una reunión y me siento mal, voy al baño. Me siento en el piso (si es limpio) y espero unos minutos ahí. Me siento bien ahi.

Cuando alguien me lastima, lloro. Está bien? Llorar digo. Esta mal?. Supongo que es algo que me pasa por ser así nomas. No es victima, es que me sale así."

Azul sabía que vivió todo lo que tenia que vivir. Hasta hoy era suficiente. Y no por su pasado, ella agradecía su pasado, sino por el presente.
Ya no podía vivir tantas sensaciones juntas sola. No poder compartir todo lo que vive, ya era mucho. No podía creer que no le creyeran, que todo lo que decía: las visiones, lo que sentía, lo que soñaba... no sabía como mentir eso. No sabia disimular.
La realidad es que Azul descubrió, que para tener relaciones sociales contenedoras, había que obedecer y dejar de decir la verdad. Nadie quiere escuchar la verdad.

Así fue que se fue. Tranquila. Sin alarma, ni culpa. Sobretodo sin culpa, que había aprendido hace rato a no sentirla. Ya había perdido significado.
Lo lindo de cuando la culpa pierde significado es que aparece la vida. Y bueno... cuando aparece la vida, aparece la muerte.